Editorial 16

La literatura es siempre pregunta, descubrimiento y esperanza.

Infancias
 

Hace un tiempo -unos años, antes de este paréntesis sanitario- tuvimos la idea de entregar a los niños que estuvieran internadxs algún libro para leer o para mirar mientras les leían. Siempre confiamos en el poder de la literatura para abrir mundos, dar sentido a lo que nos resulta difícil de entender con la racionalidad que portamos, descubrir que algunas experiencias impensadas pueden llegar a ser también para cualquiera. La literatura es siempre pregunta, descubrimiento y esperanza. Pero, aunque hay cada vez más una oferta variada y hermosa de libros para niñxs y adolescentes, pensar en una colección propia es una aventura muy reciente. Este mes inauguramos “infancias”, con tres pequeños grandes libros del querido Miguel Rep. Libros que no solo dibujó sino que también escribió, con sus manos, su corazón y su cabeza pensando en sus lectores: niñxs que aún no leen (y por lo tanto escucharán los textos leídos mientras miran los dibujos), niños de 6 a 9 años y de 10 en adelante. Tres títulos que comparten un universo de diálogo posible entre humanos y no humanos, de conversación con la naturaleza. En los tres títulos surgen preguntas y las respuestas nunca son rotundas sino más bien caminos de contemplación que nos llevan a algún lugar nuevo, donde las certezas que buscamos ya no nos hacen falta. Inmersión gráfica en naturalezas habitadas, los dibujos nos llevan por esteros, por selvas, por hermosos arcoíris. Y en cada uno alguien se atreve a la mejor excursión: la de leer dibujos y palabras.

Mi pregunta personal es más bien acerca qué es aquello que llamamos (en plural) “infancias”. No voy a ser nada original si afirmo que es una otredad:  lo que siempre, más allá de cualquier intento de captura, inquieta la seguridad de nuestros saberes, cuestiona el poder de nuestras prácticas y abre un vacío en el que se abisma el edificio bien construido de nuestras instituciones de acogida.

Las infancias entendidas como algo otro no es lo que ya sabemos, pero tampoco lo que aún no sabemos. (lo que aún no sabemos es lo que se deja medir y anunciar por lo que ya sabemos).

La otredad de la infancia no significa que lxs niñxs todavía se resistan a ser plenamente apropiados por nuestros saberes, prácticas e instituciones. Es algo mucho más radical: su absoluta heterogeneidad respecto a nosotrxs y a nuestro mundo, su absoluta diferencia. Inquieta lo que sabemos, suspende lo que podemos, pone en cuestión los lugares que hemos construido para ellas. Nos lleva a una región en la que no rigen las medidas de nuestro saber y de nuestro poder. En tanto que encarnan la aparición de la alteridad, las infancias no son nunca lo que sabemos (son lo otro de nuestros saberes), sin embargo, son portadoras de una verdad que debemos ponernos en disposición de escuchar; no son nunca la presa de nuestro poder (son lo otro que no puede ser sometido), pero al mismo tiempo requiere nuestra iniciativa; no están nunca en el lugar que les damos (es lo otro que no puede ser abarcado), pero debemos abrir un lugar que las reciba. Eso es la experiencia del niñx como otrx: el encuentro con una verdad que no acepta la medida de nuestro saber, con una demanda de iniciativa que no acepta la medida de nuestro poder, y con una exigencia de hospitalidad que no acepta la medida de nuestra casa.

Estos primeros libros van en esa dirección: al encuentro de las infancias de un modo nuevo, de uno que preferimos, el de escuchar y atender a ver qué nos dicen que necesitan de nosotrxs.

 

Daniela Gutierrez

Gerenta general

Fundación Medifé

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