Editorial 18

Estamos planificando un año que llegará en pocos meses; en el mientras tanto se precipitan las acciones fuertes que estaban esperando la apertura.

El regreso al espacio común

 

Llegamos y todo lo que habíamos dejado el último día estaba tal cual. Las oficinas de Fundación no fueron “tocadas” durante la pandemia, no se harán en ellas reformas para adaptarlas a nuevos modos del trabajo porque nos mudaremos. En las paredes y sobre los escritorios, todo fechado 2020 y antes quizás. Sí, guardamos los posters de acciones hermosas que hicimos en el tiempo de antes.  Los rastros de las actividades pasadas, de la vida que tuvimos por entonces. Podría decir que aquel día de marzo 2020 en que se decidió el ASPO, fue el último en que pisé mi oficina. Y volví estas semanas. Volvimos todas, en turnos y respetando los protocolos sanitarios, aforo y horarios. Así, de ese modo, estamos de regreso en el espacio común.

Si por fuera todo está igual (queda sobre mi mesa este calendario hermoso del Bellas Artes, clavado en marzo del año pasado), mucho es lo nuevo. Quiero dejar por escrito, dar testimonio, de qué bien nos hace estar con otras personas, oír las voces en vivo, sentir su cercanía aun a dos metros, apreciar su grano -como decía Barthes-, sin micrófonos de por medio. Nos hablamos con distancia y barbijo, pero otra vez las voces regresan a los cuerpos que las emiten; se encarnan y hay en eso una contundencia innegable. Esta experiencia de nuestras vidas, sanas y con trabajo en el espacio común de la tarea merece una celebración que no es eufórica sino profundamente alegre y agradecida, porque han sido tiempos difíciles y lo seguirán siendo.

Durante 18 meses nuestras oficinas quedaron solas, en silencio, deshabitadas. Como arqueólogas revisamos todo al volver, un gesto como el de los niños al regresar a su casa luego de las vacaciones. Verificamos, que está en orden, insisto, pero lo más fuerte es constatar la huella de la ausencia humana. Freud hablaba de “lo siniestro” de esa extraña sensación de lo familiar inquietante, y las sensaciones que esa experiencia tiene, eso sentí al abrir la puerta de mi oficina; lo que allí estaba era lo mío, pero ahora se veía extraño.

Alguna vez, por algún tema concreto, alguna de las chicas del equipo estuvo en la oficina, rápido y para cumplir con algo inevitable. Pero ahora regresamos a recuperar la comunidad de trabajo que somos. Nos juntamos por equipos, con cuidados, para hacer lo que hacemos juntas y que da sentido a la existencia de este espacio: diseñar programas, planear su ejecución, medir sus resultados, pensar (después de todo lo que pasó la humanidad entera) qué es `cultura para la salud`, nuestro norte. Lo que hacemos, no se somete a la idea de “nueva normalidad”, no se ajusta a esa expresión vetusta desde su mismísimo nacimiento. Ya sabemos que no hay ahora y no hubo nunca, “normal”. Todos estamos siempre en señal de ajuste, adaptándonos como cualquier especie a las condiciones de la vida.

¿Qué es prioritario en este tiempo? ¿Qué viene junto al regreso? Ya dije: primero la alegría y luego la tarea. Estamos planificando un año que llegará en pocos meses; en el mientras tanto se precipitan las acciones fuertes que estaban esperando la apertura. Tendremos la inauguración de la muestra “Simbiología. Prácticas artísticas para un planeta en emergencia” en el Centro Cultural Kirchner, donde Fundación participa activamente en la transmisión de la experiencia estética y conceptual a las audiencias a través de los Programas públicos. También estamos esperando la decisión del jurado sobre la ganadora del Premio Fundación Medifé-FILBA a la mejor novela 2020. Y para el año que llega, lo que se viene lo estamos pensando con coordenadas renovadas. Aprovecharemos las cosas que hemos aprendido de la virtualidad, en tantas horas de pantallas y pantallitas. Esos aprendizajes mediados digitalmente, el logro virtuoso de toda la innovación, nos permitirán expandir más los bordes del concepto “salud”. Ahora, ojalá se mantenga así parcialmente presencial, le agregaremos a esa realidad suavizada por la pantalla, la contundencia de trabajar llevando el cuerpo a cuestas. La realidad que queremos hacer más vivible, la cultura que asociada a la salud lo hace posible tendrá más olor, tacto y certezas, todo lo que nos ayude a morigerar la incertidumbre del mundo material. Volvimos a la oficina en tiempos acotados, los vamos a aprovechar con todo. Estamos empezando a pensar sin miedo hacia adelante.

 

Daniela Gutierrez

Gerente General

Fundación Medifé

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