Cultura para la salud

Este informe analiza la relación entre la participación cultural y el bienestar en la Ciudad de Buenos Aires, con base en una investigación que incluye cuatro olas de encuestas realizadas entre 2021 y 2023, además de entrevistas y relatos de vida. El estudio parte de una pregunta central: ¿cómo impactan las actividades culturales —como bailar, tocar un instrumento o asistir a eventos artísticos— en la salud y la calidad de vida de las personas?
Los datos relevados evidencian que la participación en prácticas culturales, tanto en calidad de consumo como de producción o formación, tiene efectos positivos y significativos en el bienestar individual y colectivo. El 76% de los encuestados reconoce que estas actividades aportan vitalidad y bienestar, y destacan su valor como espacios de creatividad, expresión, empatía y conexión social.
Se destaca que los habitantes de la Ciudad asocian fuertemente sus experiencias y prácticas culturales a valores positivos. Existe un acuerdo mayoritario en torno a que las actividades culturales permiten vivenciar experiencias diferentes a las de la cotidianeidad, compartir momentos con otros, aportan conocimiento y estimulan la creatividad. También se la asocia con el incentivo de la empatía y el diálogo.
Estas actividades culturales pueden ser de consumo o de práctica y abarcan una diversidad de experiencias que se desarrollan en el ámbito del hogar, como escuchar música o ver series; o en espacios públicos como teatros, plazas o instituciones. En promedio los porteños realizaron 14 actividades culturales en el último año. Por encima de la media de consumo se encuentran los jóvenes de entre 16 y 35 años y los sectores de mayor nivel socioeconómico.
La investigación demuestra que, más allá de los beneficios recreativos, las actividades culturales contribuyen a prevenir y reducir síntomas de estrés, ansiedad y depresión, además de fomentar vínculos sociales y fortalecer la autoestima. Organismos internacionales como la OMS, la OCDE y la Unión Europea reconocen en informes recientes la importancia de la cultura en las estrategias integrales de salud.
Entre la evidencia compartida se destaca:
- 95% de los encuestados realiza al menos 5 consumos culturales diferentes.
- Casi tres de cada cuatro personas realizaron en un año al menos 10 consumos culturales.
- Predominan las motivaciones recreativas y de entretenimiento.
- Más de dos tercios toma clases de alguna práctica cultural. La mayoría comenzó en los últimos 24 meses; solo el 17% lleva más de 5 años.
- Los habitantes de la Ciudad asocian fuertemente sus experiencias y prácticas culturales a valores positivos, tanto individuales como colectivos.
- Las personas con mayor consumo cultural suelen provenir de entornos familiares con prácticas culturales previas.
- El 81% de las personas que crecieron en entornos familiares lectores, leen en su vida adulta.
- Las escuelas son propulsoras centrales de la vida cultural.
- Las plazas y los parques son percibidos como los espacios más importantes de la vida cultural de un barrio.
El estudio también subraya el potencial de articular políticas públicas que integren los sectores de salud y cultura, históricamente desvinculados, y propone avanzar hacia un enfoque interdisciplinario que reconozca a la cultura como un componente esencial del bienestar y la salud pública.
Entre las recomendaciones clave, se destacan:
- Integración de la Cultura y la Salud: Establecer sinergias entre las áreas de salud y cultura, promoviendo iniciativas que integren actividades culturales en programas de salud pública, dado su impacto positivo en el bienestar.
- Alianzas Estratégicas: Crear alianzas entre instituciones culturales y de salud, para ofrecer programas conjuntos que integren actividades culturales en entornos de atención médica.
- Campañas de Concienciación: Realizar campañas que informen al público sobre los beneficios de la cultura en la salud, alentando a la población a participar en actividades culturales como parte de su rutina de autocuidado.
- Capacitación de Profesionales: Capacitar a profesionales de la salud para que fomenten la importancia de las actividades culturales en el bienestar de sus pacientes, integrando estas prácticas en sus recomendaciones.
Finalmente, el informe invita a continuar esta línea de investigación, profundizando el análisis del impacto de las prácticas culturales en distintas poblaciones, y consolidando su aporte al desarrollo personal y comunitario.